jueves, 26 de septiembre de 2013

Fangio - Borges - Leloir - Ciudadanos Ilustres de la Ciudad de Buenos Aires.

Los ciudadanos ilustres de la Ciudad de Buenos Aires - 1973


Borges-Leloir-Fangio 
según Ernesto Sábato 

"Observo largamente esta fotografía, examino rasgos, gestos contenidos o latentes y pienso que serían necesarias muchas páginas para decir lo que sugiere, lo que se adivina o puede imaginarse de esos tres destinos tan dispares y sin embargo convergentes hasta este momento en que fueron retratados juntos.
Qué los ha llevado hasta ese instante? Estas meditaciones, como digo, serían largas de exponer, y aquí apenas podré dar algunos indicios. Y advirtiendo que en este momento crucial, todo implica inevitablemente cavilación sobre el destino de la patria, sobre esta Argentina que todavía no sabemos qué es y cuya esencia es aún motivo de ásperas discrepancias".


Juan Manuel Fangio - Quíntuple Campeón del Mundo de F1

"He aquí por ejemplo, a este modesto hijo de inmigrantes, a este "nuevo argentino" que apareció, cuando los antepasados de los otros dos ya se habían hecho nación, algunos con sus libros y leyes, otros con lanza y sable de caballería.
Contemplo a ese hijo de labradores italianos, cuyo rostro podría sin embargo haber sido el de un senador romano (pónganle la toga, imagínenlo en el peristilo del Senado, quizá esperando a César). Hay en su cara una especie de bonhomía azurra, los residuos de muchos años de lucha, de alguien que ha visto la vida y sobre todo la muerte, demasiado de cerca y demasiadas veces, que ha alcanzado esa ataraxia de los sabios que han meditado sobre la fragilidad del triunfo y sobre la vanidad de las coronas de laurel. Un sutilísimo y casi imperceptible pliegue en el extremo de los labios, está como anunciando una ironía inminente o retenida al borde de la inminencia. Es que este híbrido campesino y senador, no sólo ha sido trabajado por las multitudes del circo, sino también por la socarronería de la campaña bonaerense, y hay mucho en él de paisano, de "quién lo iba a decir, no? y "no se vaya a creer, don". Frases y dichos adverbiales que atenúan los juicios excesivos absolutos, porque el hombre de Balcarce o del Pergamino o de Bragado, sabe que la suerte es mudable y que la seca, o la piedra o la langosta, puede sobrevenir cuando menos se lo piensa. Ese hombre, en fin, formado en la escuela de la escasez, paciente y laborioso como buen chacarero, seguidor y reticente, observador del viento y de los pájaros, de los indicios del cielo, invisibles para el pueblero o el sonso o el vivo, modesto y orgulloso a la vez, tranquilo en la adversidad y corajudo sin fanfarronería. Y bueno, hombre; así se saca un campeón en serio, no un charlatán que le pega por chiripa, sino un genio que gana hasta que le da la voluntad, hasta que siente que ahí no más debe pararse, porque por eso tiene el exacto sentido del alcance. Modelo de hombre. Quiero decir: de valores espirituales, como fe, tenacidad, valentía, inteligencia, aguante y espíritu de observación.  O hay todavía quien cree que un campeón así se obtiene apretando el acelerador? Y por qué extrañarse entonces, como he visto a algunos, que alguien de tal calidad espiritual esté al lado de un gran hombre de ciencia y de un gran escritor?

Luis Federico Leloir - Premio Nobel de Quimica

"Y ahí a su lado, vemos a ese chico al que le han puesto un traje dominguero y unos sesenta años para que no vaya a desentonar en la ceremonia. No tiene la cara trabajada de Fangio, casi con seguridad no ha enfrentado ni la pobreza, ni la muerte. Tiene la sonrisa de un niño aplicado, medio raro, eso sí ("a este chico no lo podemos sacar de los libros y de ese microscopio que le regalaron para el santo"). En cuanto logre salir de ese salón absurdo en el que se pronuncian discursos, correrá al laboratorio, sacará esos papeles que para ganar tiempo llevó a la ceremonia en sus bolsillos, se pondrá el viejo guardapolvo remendado y se sentará, con esa coquetería de sabio modesto, en una silla de paja con una pata rota ya fotografiada por las revistas y criticada por personas razonables en la sección carta a lectores, y aplicará el ojo al microscopio. Qué divertido es todo eso!  Esos microscopios, esos cromosomas, esas cadenas de carbono. No importa que el mundo truene a su alrededor, que haya guerras en el Vietnam, secuestros y torturas. Pertenece a la misma raza -para bien o para mal- de aquel Pavlov, que cuando su asistente llegó quince minutos tarde aduciendo que "hay una revolución rusa, profesor", le advirtió que "fuera la última vez".

Jorge Luis Borges - El gran escritor.

"Y en fin, a su lado, mirando hacia qué? está Jorge Luis Borges."
"Nací y al poco tiempo empecé a escribir sobre él. Qué más puedo agregar? Tal vez podría decir aquí, algunas de las cosas que puse como dedicatoria en mi ensayo sobre el tango.  Las vueltas que da el mundo, Borges. Cuando yo era muchacho, en años que me parecen pertenecer a una suerte de sueño, versos suyos me ayudaron a descubrir melancólicas bellezas de Buenos Aires en viejas calles de barrio, en rejas y aljibes, hasta en la modesta magia, que a la tardecita puede contemplarse en un charco de las afueras.
Luego, cuando lo conocí personalmente, supimos conversar de esos temas porteños ya directamente, ya con el pretexto de Schopenhauer ó Heráclito de Efeso. Años más tarde, el rencor político nos alejó, y así como Aristóteles dice que las cosas se diferencian en lo que se parecen, quizá podríamos decir que los hombres se separan por lo mismo que quieren.  Y ahora, alejados como estamos -fíjense lo que son las cosas- quisiera convidarlo con estas páginas que se me han ocurrido sobre el tango, y mucho me gustaría que no le disgustasen. Créamelo.
Sí, nos separaron cueles ideas sobre el destino de nuestra patria común, por eso me quedo mirándolo con tristeza. Pensando en el Borges que quería rescatar, el poeta que cantó a las cosas modestas y fugaces, pero humanas, un crepúsculo, un patio de infancia, una calle de suburbio. El Borges que después de su periplo por las filosofías y teologías en las que no cree, vuelve a este mundo menos brillante pero en que cree; este mundo en que nacemos, amamos, sufrimos y finalmente morimos. No esa ciudad X cualquiera en que un Red Scharlach simbólico comete crímenes simétricos, sino esta Buenos Aires, real y concreta, sucia y turbulenta, aborrecible y querida en que él y nosotros vivimos y padecemos.
Sí, ahí lo tienen: parece mirar hacia adentro, quizá se piense que está contemplando laberintos en Creta o bibliotecas en Alejandría. Pero no; como todos al final, está viendo su infancia. Su infancia en Buenos Aires.


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